30 diciembre 2008

Mil Kilómetros

Cuando el más importante de los mil hijos de Nix e Hipnos nos abraza con sus milenarios brazos, podemos estar ante las puertas de la sublimidad. Dejándonos llevar por las olas de lo onírico, naufragamos en islas con verdes palmeras, cristalinos arroyos y pulida arena blanca. Las melódicas armonías que ese oasis nos regala, nos hacen adentrarnos en profundidad recorriendo el sendero que queremos, guiados por la aguja que, por fin, nos muestra el norte. Llegados a nuestro destino, se nos ofrece el más exquisito de todos los banquetes, aquel que tanto tiempo llevábamos buscando y cuyo descubrimiento va acompañado de la entrega de una llave; la del placer y la felicidad.
Pero Morfeo se marcha... y descubrimos que aún tenemos que estirar mucho el brazo hasta que seamos capaces de enganchar lo que queremos.

1 comentario:

I'm a doctor dijo...

lo bueno de tus escritos, y no tengo ni idea de si ya te lo he dicho antes, es que pese a ser muy personales, son realmente adaptables a quienes lo leemos. Seguramente tienen 1000 interpretaciones, nadie sabe cuál es la tuya, pero si la suya, la nuestra

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